La naturaleza y obra del Espíritu según Juan 16:12-15

Authors

  • Jared Barrenechea

DOI:

https://doi.org/10.17162/rt.v32i1.904

Abstract

El Espíritu Santo está presente a lo largo de toda la
historia bíblica. Aparece en la fundación del mundo (Gn 1:2)
y fue, junto con la Deidad, el guiador del pueblo de Israel (Is
63:7-14). Participó activamente en la encarnación del Hijo
(Mt 1:18-20) y en el desarrollo de su ministerio (Mc 1:8-12;
Lc 3:16, 22; 4:1, 14, 18; 10:21; Jn 1:32, 33). El apóstol Juan
registra el momento en que Jesús presenta al Espíritu como
su vicario en la tierra (Jn 14-16). Lo señala como “consolador”
o “abogado” (παράκλητος),1 “Espíritu de verdad” (τὸ
πνεῦμα τῆς ἀληθείας) y “Espíritu Santo” (τὸ πνεῦμα τὸ ἅγιον).
El hecho de que Jesús presente al Espíritu de esta manera
demuestra la importancia de su tarea y función para los creyentes
de todas las épocas.
Es precisamente la singularidad de la descripción juanina
sobre el Parákletos (Jn 14-16), que se distingue de los
sinópticos, lo que ha cautivado a muchos teólogos.2 Es posible decir, siguiendo a Vincent Taylor, que ese registro del apóstol es “el clímax y corona de la revelación bíblica acerca del Espíritu Santo”.3 Sin duda, estos textos son una fuente perenne para la comprensión de su naturaleza y función. Es pertinente entonces preguntarse al leerlos: ¿Cuál es la naturaleza y obra del Espíritu Santo en conexión con las otras personas de la Deidad? ¿De qué manera los así llamados dichos Parákletos de Juan aclaran esta cuestión? Más específicamente deseamos preguntarnos, ¿cómo responder a estas preguntas a la luz de Jn 16:12-15?

Published

2017-11-09